Siempre nos han hecho pensar que los hijos de familias trabajadoras, de docentes, campesinos o comerciantes no están destinados a liderar, dirigir o gobernar, que sus sueños se deben limitar a sus posibilidades. Esta es mi historia y siempre a quienes soñamos en grande, alguien  en algún momento, nos ha dicho que “hay que ser realistas”. 

Para mí los realistas somos los conscientes de que la realidad no está bien y buscamos cambiarla, no soportamos quedarnos en medio de la indiferencia, no aceptamos la injusticia, la desigualdad, la corrupción o la crisis climática. 

Les voy a contar un poco de mi camino y por qué hoy estoy en esta carrera para luchar por un país en donde mi historia se repita millones de veces y sea mucho mejor para otros.

Tengo a la mamá más berraca, tan luchadora como la de ustedes, solo que doña Leti hace las mejores arepas del mundo y no lo voy a discutir con nadie. Este país de padres ausentes, lo han levantado las mujeres cabeza de hogar, nuestra deuda con las forjadoras de familia y bienestar es absoluta.